El
chocar de copas estrechamente ajenas invadía el ambiente. Quería beber de su
boca, rozar su lengua, sentir su saliva chapotear en mis labios. Pero lo miraba
a él, sus ojos se perdían translucidos en otros ojos. Por fin ella se levantó de la mesa y como un poseso, sorbí,
lamí su copa. Saboreando el femenino deleite de mi invitada. Un espasmo se recreó
en mi bragueta.



Uy, nuevo género de la maestra
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