Pon mi nombre
en tu boca,
para que mi lengua
en tu boca,
para que mi lengua
desgrane en ti,
cada sonido,
cada pausa.
Deja que mi oído
se acostumbre,
a saberte mía.
Me dices soberbio.
Apenas la juventud,
estrenada.
Quiero la memoria de
tu piel.
Tu millón de manos en
mi cuerpo.
Me desnudas entonces.
Entre montañas
maduras
y valles desiertos.
Así, de puro
inconsciente.
Voy pronunciando tu
nombre.
Alto, tan alto.
Que no soy más,
que tus sílabas.




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